jueves, 17 de noviembre de 2011

Verde que te quiero verde. Poesía en el Ateneo.


Profesores recitan poemas de Joaquín Sabina, Jaime Gil de Biedma y Gabriel Celaya por la Educación Pública

MADRID, 17 (EUROPA PRESS)

Un grupo de profesores de Secundaria, los mismos que promovieron en septiembre el manifiesto de la cultura, han recitado este jueves poemas de Joaquín Sabina, Jaime Gil de Biedma y Gabriel Celaya por la defensa de la Educación Pública.

El acto, que se ha desarrollado en el Ateneo de Madrid, ha consistido en una lectura pública y abierta de poemas para todos aquellos ciudadanos con ganas de participar. 
El responsable de Educación de CC.OO., Francisco García, ha señalado que para este acto ha buscado "algo reivindicativo", por lo que ha recitado el poema 'Basta ya' de Joaquín Sabina, en el que en una de sus frases dice "vamos a pintar los muros de Madrid". "Imaginemos que sea de color verde", ha indicado.
Por otro lado, el responsable de Educación en el Ateneo de Madrid, Jaime Ruiz, ha recitado el poema 'Educar' del autor Gabriel Celaya. 
Además, también han participado otros firmantes del manifiesto de la cultura por la Educación Pública con obras como 'Lágrima' y 'No volveré a ser joven', ambas de Jaime Gil de Biedma; y una alumna del Instituto de Educación Secundaria Cervantes ha recitado 'A un poeta muerto' de Luis Cernuda.

Dicho recital ha coincidido con la jornada de huelga en la enseñanza pública y madrileña no universitaria en contra de los "recortes" que, a su juicio, están siendo aplicados por el Gobierno de la Comunidad de Madrid.



Romance Sonámbulo

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento 
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

--Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
--Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
--Compadre, quiero morir,
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
--Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
--Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
--¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban. 
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.

Federico García Lorca


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